Brillaba el sol cuando te fuiste;
me dejaste sola sin compañía segura,
y aún así seguí firme gracias a ti.
Monumento a mi amor, me dije;
y ni aún así volví,
no tenía nada que me explicara que me acompañara,
que fuera mi ángel guardián
como un beso de pétalo de flor.
Monumento a mi amor,
continué repitiéndomelo;
como un perro gris
que envuelve sus lágrimas en un recorrido
de piedras y de mar sin regreso alguno.
Monumento a mi amor, no te me fuiste de la cabeza;
te tengo aún en mi corazón,
en mi cuerpo como un pétalo de invierno,
que cruza las llamas,
que cruza el fuego de tu mirada roja de terciopelo.
Monumento a mi amor,
que con mis lazos te agarré
como si fueran espinas de ébano,
de mujer.